lunes, 24 de abril de 2006

Extra!!! Extra!!! EXTRA!!!

Ganamos…

Después de largas jornadas y de discusiones se llego a la conclusión de que la palabra más bella es “Amor”. De 44 022 (suena poco no?) votos de cibernautas, se eligio a la palabra 'amor'.

Hermosa palabra, pero que a algunos no gusta que haya ganado; según he leído, se tomó más importancia a su significado que a su entidad como palabra… Ya sea que se le relaciona con algo bonito, profundo y no como palabra finita (esto es, con principio y fin y un solo sitio en el universo).

Aunque claro, esta palabra se le puede usar en infinidad de ocasiones…

-Te amo

-El amor es algo bello

-Amoroso

-Amore

-Relaciones amorosas

Como dijo Nacho R.

Buscábamos la palabra más bella del castellano, no el mejor de los conceptos posibles. No obstante, si elegistes la palabra después de sopesar lo que te evocaban las palabras que considerabas más bellas, entonces no estás dentro del saco en que hemos querido incluir a todas aquellas personas que votaron "amor" como la más bella de las palabras del castellano.

En fin, no quiero extenderme en este tema tan “Amoroso”; felicidades si votaron por esta palabra en el sitio…

Yo voté por la palabra “caza”… por obvias razones… :-D pero no gané :-(

Saludos

caza

Futuro Arreglado

Pues bien, aquí esta otra de mis historias; totalmente nueva e inédita… Eso me recuerda que tengo que ir corriendo a la oficina de registro… No tardo, en lo que vengo la leen y me dicen que tal esta… O si perdí el tiempo registrándola a mi nombre…

Saludos y espero que sigan por aquí

caza

Su amigo

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Hoy amanecí llorando; pues un sueño me recordo lo que ya sabia desde el momento que te conocí.

Todo el día caminando, no te debía ver el día de hoy; no debo interrumpir al destino, pues es una ley suprema que yo no puedo modificarla, solo caminar en el sentido que me lo marca.

Hoy a las diez de la noche, sonara el teléfono y una voz de profunda tristeza y terror me dirá lo que yo ya se; ¡Mariana esta en el hospital y desea verte, son sus últimos momentos! Trataré de calmar a la mensajera, mas no podré; es imposible calmar a un corazón destrozado.

Saldré de casa corriendo y llegare al hospital a las 12.03 y pasare directamente a la habitación 256; afuera me abrazaran familiares y amigos, reunidos por la desgracia. Me invitara a pasar una enfermera rubia de cabello corto y de nombre Norma. Al entrar te veré en cama, totalmente tranquila y hermosa, con la mirada perdida en el árbol que asoma por la ventana.

Murmurare lo que siempre decía en ocasiones en que nos encontrábamos por azares del destino: ¡Pero mira, que hermosa mujer, tendré que hacerla mi esposa!... Voltearás con una leve sonrisa en el rostro y alzaras la mano en un gesto para que me acerque a la cama.

‘¡No digas nada!, te diré suavemente mientras tomo tu mano.’ Aquella mano que siempre apretaba la mía y que ahora parece como si un pequeño bebe tomara mi pulgar.

‘No he de llorar cuando tú me veas… Y tú no has de sufrir cuando me veas…’

“Es hora de que sepas nuestra Historia.” Con los ojos fijos en mí y sin decir una sola palabra, escucharas La Historia.

Todo tiene un motivo, ¿Recuerdas? Siempre te lo he dicho y ahora lo repito y lo uso como introducción a La Historia, es prudente que sepas que esta historia se escribe con mayúscula y no con minúscula; pues es La Historia que compartimos en esta vida y en las pasadas e incluso es las que vamos a compartir en el futuro de esta tierra. No siempre nos conoceremos y no siempre nos hemos conocido.

Dentro de 15 años, te volveré a ver (en ese momento sentí un estremecimiento en su mano) y nos conoceremos, recuerda esto: Yo llevare un clavel rojo en la solapa de mi traje, en esa aburrida reunión de amigos que sucederá dentro de 15 años, no lo olvides por favor.

Tú me preguntaras: ‘¿Nos conocemos, señor?’ Y yo te contestare suavemente, posando la palma de mi mano sobre tu hermosa cabeza, ‘¡Pero claro que nos conocemos pequeña! ¿Es que acaso lo haz olvidado?’ A lo que contestaras ‘¡¿Pero claro que no, como podría?!’

Es de suma importancia que te diga que en esa época tú tendrás 15 años y yo 33; después de ese día, no nos veremos más, pues yo moriré en el camino de regreso a casa. Pero en el lapso de una semana, te llegara una carta escrita antes del fatal accidente y donde te relato lo siguiente:

Lizet:

Notaras extraño recibir la carta de un muerto y mas extraño te será, que aquí leas que moriré en la próxima semana, después de tener el gran placer de conocerte, he de decirte que eres tan hermosa que casi no me atreveré a cruzar palabra contigo, temiendo que tu angelical esencia desaparezca.

Recuerda esto, te lo pido como un favor:

Dentro de 15 años exactamente te volveré a ver, no es algo de que temer; te lo relatare…

Cuando salgas de viaje (porque descubrirás que esa es tu mayor pasión), iras a un río; vestida de un bonito y sencillo vestido rosado, con un gran sombrero de paja tocado con una gran flor de girasol en el frente.

Tu sombrero saldrá volando y caerá al río, mientras caminas sobre el puente; un niño de 15 años que se encontrara pescando (con muy mala suerte), al ver tan tremendo desastre, brincara al río para salvar tu sombrero, el cual sacudirá tan fuerte, que perderá el girasol. Subirá por el lado contrario e ira a tu encuentro para devolverte el sombrero y la flor.

Es muy importante que le digas que conserve la flor y se la de a su hijo David, talvez se ría de ti, pero es importante que se lo digas.

Nos conocemos –Preguntaras-

Claro que si, señora –Te contestara sonriendo con la flor sobre el pecho-

¿A si? –Fingirás que realmente no se conocen-

Claro, yo soy Ricardo… Su prometido, pero como ve; ahora no estoy en condiciones de serlo, tendrá que esperar a que crezca o a mi próxima vida… -Después de una larga pausa y de observarte el rostro y los ojos, proseguirá- Entonces nos vemos pronto, cuando usted sea de la misma edad que yo; nos vemos…

El niño saldrá corriendo y no lo seguirás, pues entenderás que no será la última vez que nos encontremos.

Ricardo A. Caniga

Como puedes ver, siempre he sabido que te sucedería esto; te diré mientras acaricio tu suave mano, en el hospital; pero yo solo puedo ver y caminar el camino, no puedo cambiarlo… Pero tu si podías y podrás, siempre haz podido y siempre podrás, pero muy pocas veces lo sabrás; en cambio yo, siempre sabré que es lo que puedes hacer, pero no te lo podré decir nunca… Ese es mi destino… Pero me alegra el saber que…

Un agudo y fuerte pitido anunciara la hora trágica del deceso, las lágrimas comenzaran a correr en mi rostro, un continuo río de lágrimas, que quemaran mi rostro.

Se que no me escuchas –diré- pero tengo que seguir La Historia, esta vida fue de las pocas en las que coincidían nuestros corazones, cuerpos y almas… Fue maravilloso vivir a tu lado, ¡Si tan solo pudiera…! Comenzare a gritar totalmente desconsolado.

¡Si tan solo pudiera!, pero no puedo y nunca he podido… Comenzare a sollozar quedamente, hasta que suceda lo que he estado esperando, desde el día que nací y te descubrí…

¡Tú revivirás! En ese mismo instante, tendré que seguir llorando; mas ahora lloraré de felicidad, pues al fin te diste cuenta de que podías cambiar el futuro. Tendré que explicarte que todo lo que hice fue para que sucediera este acontecimiento; las historias, los enojos, las alegrías; todo iba enfocado a un solo momento, el cual estaba sucediendo en ese momento.

Me dirás que como yo, también tú puedes hacer eso que yo hago, “Cambiar el futuro” y que de hecho todos podemos hacerlo, solo que no nos damos cuenta; bueno, hay quienes sí se dan cuenta de este “poder” ¡Como tu, amor!... Me dirás mientras te levantas de la cama, sin poner los pies en el suelo, permanecerás firme y mirándome al rostro continuaras: “Estoy feliz de que por fin podamos estar toda la eternidad juntos, ¡Siempre juntos!”…

No solo se puede elegir entre opciones de esta vida; se puede elegir si se vive eternamente o no, si se quiere ser poderoso o no, si se quiere ser feliz o no y si se desea amar y ser amado… o no…

-Hay algo que no entiendo, abuelo… ¿Por qué dices que vivirán toda la eternidad, si ya eres viejo y mi abuela también?

-Eso, marianita… No te lo puedo contar, hasta que seas mayor…

-Bueno, me tengo que ir, me gusto mucho tu historia abuelito…

-Vuela porque si no, no vas a llegar… -Comenzó a batir sus alas, blancas como la nieve y comenzó a surcar las nubes-

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