jueves, 29 de octubre de 2009

Cuento de horror (El Santo Entierro) y una cita para Halloween

No entraré en detalles, de si esta fiesta es o no es mexicana, o latina. Solo diré que es un buen momento para asustarnos un poquito y hacer relaciones públicas (ustedes saben, juntarse con los amigos y divertirse un rato). Ya después hablaré del día de muertos mexicano. Para no hacer enojar a los tradicionales, ni a mis muertitos; no sería bonito que me vinieran a asustar por no hablar de nuestras tradiciones.

Empecemos con la historia, que aunque nacional y de tiempos antiquísimos, habla de espantos y de una noche oscura y tenebrosa…

Pónganse en ambiente, recordemos que debemos estar en silencio y muy atentos. Siéntense alrededor mío y escuchen…

El Santo Entierro



Esta es una historia real, que sucedió hace algún tiempo en la iglesia (circa 1600), cerca a mi hogar. En aquellos tiempos, solo había una forma de llevar a los fallecidos al santo sepulcro, ya que los campesinos eran muy pobres y solo podían enterrar a sus seres queridos en petates, pero la iglesia católica no veía con buenos ojos el oficiar misa con una persona fallecida envuelta en un petate.

Así que puso a disposición del pueblo, un ataúd de madera fina para ser utilizado como “transporte” entre la casa del fallecido y la iglesia, y de esta, al destino final, el cementerio.

Dicen que solo durante el día se podía prestar este servicio, ya que por las noches era imposible, ya que en el transcurso de los años y de los servicios funerarios prestados de esta manera. El ataúd, comenzó a moverse de lugar, de forma misteriosa; cada vez tenía más y más poder. Hasta que por las noches caminaba y se desplazaba misteriosamente por todo el templo, como si un animal o una persona fuera, iba de aquí a allá; caminaba de lado a lado, haciendo un sonido terrorífico al chocar su madera con el suelo de mármol del templo religioso.

Una noche, un campesino murió, después de largo sufrimiento, y sus deudos, queriendo darle pronto el descanso eterno; no podían esperar más para ir a sepultarlo (además de que se creía que un muerto que no ha sido enterrado, se puede enojar y quedarse para aterrorizar a los que se quedaban en su casa).

Un señor, valiente entre valientes, fue el que se atrevió a ir por el ataúd a la parroquia, para con él, llevar a su muertito a enterrar. Todos le decían que no podía, que la caja estaba maldita y que sería mejor no acercarse hasta que el día despuntara. Pero al señor, nada lo detuvo y un último consejo, le dio la solución.

-Cuando veas que se mueva el cajón, tienes que insultarlo y decirle de groserías para que el diablo que vive en el, se quede quieto y te deje moverlo. De ser posible utiliza unas ramas de pirul para pegarle fuerte y así dominarlo.-

Así el señor fue por él.

Llegando a las puertas de la iglesia, antes de entrar, corto unas ramas del pirul que crecía fuera de la parroquia y acercándose al portón, escucho con atención; le llegaron desde dentro, los golpes de la caja al moverse por el piso de la parroquia, como si golpearan el suelo con troncos grandes de madera.

Él desde fuera le grito y demostró que no le tenía miedo, sin dejar de insultarle con las peores malas palabras que conocía; abrió la puerta y el ataúd estaba justo frente a la puerta, como esperándolo, pero este, estaba quieto.

El señor se lo echo al hombro y salió caminando por el oscuro camino, rumbo a la casa del muertito. Durante el camino, sentía que la caja se movía sobre sus hombros y quería saltar para bajarse; entonces el hombre, le comenzaba a pegar con las ramas mientras le gritaba de groserías, para calmarlo y dejarse llevar. Así pudo llegar a casa del difunto y luego de colocarlo dentro de la caja, se lo llevaron al panteón, pero igualmente en este camino, el ataúd quería moverse, pero rápidamente le pegaban con las ramas e insultándolo, lo calmaban…

Esto sucedió hace ya muchos años, pero el cajón sigue arrinconado en la nave principal de la iglesia, se le conoce como el santo entierro, y dentro, para calmarlo, le pusieron una representación de Jesucristo reposando en su lecho.

Desde ahí, se ha calmado y ahora, sigue allí, sin moverse, o eso dicen algunos… Porque hay veces que no está donde lo dejaron la noche anterior.

Como toda historia antigua, fue trasmitida de forma oral, durante muchos años, y ahora yo la puse (espero que mi interpretación no la haya dañado mucho) en forma de cuento escrito. Disfrútenla –la historia- y crean que yo lo he visto, aunque por suerte, no lo he visto moverse.



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Ahora la cita, para que recuperemos el aliento y no nos asustemos cuando tengamos que salir de la habitación.

Me refiero a una cita literaria, no romántica, porque, no soy tan aventurero como para salir el día en que todos los niñitos te piden calaverita, y si no les das dinero (porque ya no quieren dulces, quieren algo más valioso), te pueden hacer cosas que ni a los demonios se les ocurriría. Aunque claro, si hay alguna brujita o diablita que quiera invitarme a salir, yo encantado, aunque aterrado.

Así pues, la cita a la que me refiero es a Algarabía, solo que esta vez al número 29 (por cierto, si alguien tiene del número 1 al 17, y quiere hacer negocio con ellas, podemos llegar a un acuerdo). La escritora del artículo es Elizabeth O’Angle; este es un estudio bastante interesante sobre el origen del Halloween; pero de todo él, solo tomaré cinco puntos, que justamente se llaman: Cinco tradiciones para celebrar un Halloween como debe ser.

Veamos, ¿Cómo comenzaré con la cita? No me complico, la haré completa y directa:



Cinco Tradiciones para celebrar un Halloween como debe ser:
1. Dulce o travesura – Existen muchas historias acerca de cómo pudo haber iniciado la costumbre de pedir dulces la noche de Halloween. Una de ella remite a la tradición celta del Samhain, mientras que otra asegura que viene de la práctica cristiana de ir de casa en casa pidiendo soul cakes –pan del alma-: cuadritos de pan con pasas. Mientras más reciban, mas oraciones prometían a favor de las almas de los familiares que habían fallecido.
2. Calabaza de Jack O’Lantern – Viene de la leyenda irlandesa de un hombre tacaño y bebedor llamado Jack, el que, a punto de caer en las garras del Diablo, lo logra engañar dos veces y le hace prometer que jamás le volverá a pedir su alma. Cuando finalmente muere, no es aceptado en el Cielo, pero tampoco puede ir al Infierno, por lo que debe volver a la Tierra. Para que Jack pueda alumbrar el camino de vuelta, el Diablo le lanza un carbón encendido que O’Lantern pone dentro de un nabo, para que no se apague con el viento. ¿Qué tienen que ver los nabos con las calabazas? Nada, solo que estas se dan en América y, por ser más grandes, son más fáciles de ahuecar.
3. Disfraces – Surgieron en Francia, durante los siglos XIV y XV, cuando Europa sufría la peste bubónica y las misas de difuntos se multiplicaban, lo que dio lugar a representaciones que le recordaban a la gente su propia mortalidad y que eran conocidas como <>.
4. Brujas – Según la leyenda, las brujas se reunían dos veces al año: el 30 de abril y el 31 de octubre, para participar en el aquelarre y aprender nuevos hechizos.
5. Gatos negros – Se cuenta que es el disfraz que las brujas utilizan para poder pasear tranquilamente sin ser reconocidas, sobre todo, en una fecha como esta.

Ahora que ya estamos aterrados y sabemos cómo festejar un Halloween, podemos comenzar con el clásico disfraz y luego un poco de espantos en la casa de los sustos y para finalizar, una sopa de ojos de humano y un poco de sangre de murciélago ñaca ñaca ñaca.

Caza
Buuuuuuuuaaaaaaaaaa JA JA JA JA ñaca ñaca ñaca

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