sábado, 3 de abril de 2010

El Único Amante (Le Seul Amant) - Éric Deschodt y Jean-Claude Lattés


El Único Amante (Le Seul Amant)
Éric Deschodt y Jean-Claude Lattés
Grijalbo (Grijalbo Mondadori, S.A.)
Impreso en Italia por Milanostampa, Farigliano. 14 de septiembre de 2001
Páginas 28, 312, 325, 330, 340, 364.

...
Tres príncipes aman a la misma princesa. Para ayudarla a elegir, deciden ofrecerle cada cual un regalo.

El primero hizo que le entregaran un pastel cocido en leche de coco, con almendras y miel. El segundo puso en sus cabellos una guirnalda trenzada con las flores más raras y hermosas. El tercero puso en su pecho un adorno compuesto con las piedras más preciosas. ¿A cuál de los tres eligió?
Las niñas gritan a coro:<<¡Al príncipe de las joyas!>>. Salvo Shobita, que no dice nada.
-¿A quién eligió, Shobita?
-Al príncipe del pastel.
-¿Por qué?
-Los otros dos pretenden embellecer a la princesa. ¿Acaso no es lo bastante hermosa para ellos? El primero sólo pensó en ella. Amar es dar y no recibir.
-¿Eso es todo? –dije estupefacto.
-No. Prefiero los pasteles a las joyas y las flores.


Cuando cesó el fuego, hizo descolgar a los ahorcados, les hizo cortar la cabeza, las manos y los pies, y llenó con estos trofeos una de las barcas tomadas en la que hizo clavar la siguiente nota:

Llegué a este puerto con buenas mercancías para vender, para comprar y para pagar vuestro géneros. Y he aquí los géneros de este país. Ahora os envío este regalo, que es también para vuestro rey. Si deseáis nuestra amistad, debéis pagar por entero lo que habéis tomado en este puerto bajo vuestra garantía, y pagaréis además la pólvora y las balas que nos habéis hecho gastar. Si lo hacéis, seremos amigos enseguida.





A mediodía, envió el cadáver a la costa en una barca con un mensaje en malayalam:

Miserables, me llamasteis y acudí a vuestra llamada. Habéis hecho todo lo que habéis podido y si hubierais podido hacer más, lo habríais hecho. Recibiréis el castigo que merecéis: cuando vuelva aquí, os pagaré lo que os debo, y sin tener que desembolsar dinero. Carta autentica de Vasco De Gama a los hindúes.

El samorin a ti, Goda Varma, rey de Cochín:
Me he tomado mucho trabajo para evitar hacerte la guerra. Si hubieras sido menos rebelde, habrías hecho lo que te pedía, porque era justo e, incluso, mutuamente provechoso, no recibir en tu casa a los portugueses que tanto mal nos han hecho ya, hasta el punto de que ya basta, que ya no puedes seguir haciendo sólo lo que te plazca.

He avanzado pues hasta Eddapalli, decidido a invadir tu país, a destruirlo, a apoderarme de los cristianos y de todo lo que poseen. Sin embargo, te ruego por última vez que me los entregues, así evitarás tu propia destrucción y la de tu país, que puedes considerar segura. Con esta condición, renunciaré al odio que siento por ti debido a la descortesía de tus catas y a pesar de los numerosos motivos de descontento que me has dado.

Si no obedeces de inmediato, me comprometo ante los dioses a aniquilarte y a expulsarte de tu trono. Carta autentica.



Ni Saúl ni Abraham parpadean. Hacerse temer es un exorbitante eufemismo. Ahogar a seiscientos peregrinos, ejecutar a treinta y cuatro pescadores inocentes y destruir una ciudad por simple presunción… Shobita tiene razón ese hombre es un monstruo, se dice Abraham. ¿Por qué le ha llevado Saúl a tratar con él? ¿Por qué se ha dejado arrastrar? ¿Y a qué vienen esas amenazas? Le parece oír a Shobita, gélida: <<¿Ahora le vendes pimienta?>>. Vende pimienta a un asesino, al servidor de un rey que persigue a los suyos.

Que Tomás se la venda, es compresible. Ambos son cristianos.

¿Qué le responderá a Shobita? Que vender no es venderse y que, aunque en el comercio sea necesaria la virtud, el comercio no es la virtud. Además, para un mercader, vender es siempre reforzarse.





El paso del elefante da a la tierra su densidad y el grito del águila al aire su resonancia. A la noche, el rugido del tigre le da toda su profundidad. Día y noche, el mugido del viento en las copas de los árboles gigantescos que, en la cima de la montaña, la aproximan al cielo, anuncia la eternidad. El templo que domina los árboles completa su majestad.

La vista llega hasta el infinito. Del verde inmediato de la jungla al azul moribundo de las lejanías de la India y del mar, la vista abarca la belleza del mundo. Por debajo, los hombres se atarean.

caza
Hindú.

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